Ritual de la Abundancia con el Sapo de 3 Patas. Si no conoces su historia, lee hasta el final que alli esta su leyenda.
En el Feng Shui, el sapo de la fortuna o sapo del dinero se utiliza para atraer suerte, riqueza y abundancia. A Menudo se puede ver cerca de cajas registradoras, recepciones, escritorios, ordenadores y oficinas.NO SE DEBE UBICAR EN:
El sapo de la fortuna Feng Shui, debe ser tratado con mucho respeto, es por ello, que nunca debe ser colocado en la cocina, baño y dormitorio.
Tampoco en medio de una habitación, debajo de una ventana, en un pasillo, área de paso o en el suelo.
La rana del dinero, también reconocida por su nombre de
«Sapo de tres patas», es una criatura celestial y mítica, que emerge cada luna
llena para traer riqueza y buena fortuna.
Su historia se remonta mucho tiempo atrás, con el remoto
reino chino de Tsiu. En él, vivía el hijo de un humilde leñador con sus dos
hermanos Huna y Pay Hui.
He de aquí, que al hijo del leñador, Lié, le gustaba mucho
pasar su tiempo libre cerca de la orilla de un riachuelo, que se encontraba
cerca de su casa.
Un día, mientras se encontraba en este lugar, escucho fuerte
croar de una enorme rana, que tomaba el sol, en un tronco cerca del agua. Lié
sin pensarlo demasiado se agachó, cogió una piedra y se la lanzó a la rana.
Este hecho de niño travieso, típico de una persona de falta
de madurez, ocasionó un daño innecesario a la rana. Y es que la piedra golpeó
la pata trasera de la misma, lanzándose de inmediato la rana al agua buscando
refugio.
Lié, volvió casa como un día más sin hacer mucho caso a lo
acaecido. Pero algo raro pasaba, el recuerdo del daño ocasionado, y el
remordimiento de conciencia, le carcomían día tras día.
Arrepentido de lo hecho, volvió al riachuelo como otros
tantos días y busco sin cesar a la rana, gritando incluso a viva voz por la
desesperación. Pero todos sus esfuerzos fueron inútiles.
Pero un día su ingenio se despertó, he ideó un jugoso plan
para la rana, que consistía en dejarle unos jugosos insectos en el tronco donde
hirió a la rana, para ver si se los comía.
Día tras día veía que los insectos desaparecían, pero nunca
podía ver como la rana salía de su escondite. No obstante la conciencia de Lié
se descargó un poco al saber que posiblemente la rana no estaría muerta.
Pasaron los años, y Lié repetía el ritual una y otra vez con
el mismo resultado la rana no aparecía. Hasta que un día, la rana ¡apareció!
Lié no se lo creía, la rana permanecía inmóvil enfrente de
él, y con cuidado se acercó a ella y de corazón, con todo el pesar del mundo,
le pidió perdón.
La rana soltó un croac, y con pesadumbre Lié se dio cuenta
que la pata que golpeó con la piedra, había desaparecido, lo que le causó aún
más pesar.
Pasó el tiempo, y Lié se hizo adulto, se casó y tuvo hijos
sanos y fuertes. Construyó su hogar cerca de la orilla del charco del
riachuelo, donde se encontraba la rana, y todos los días y iba a verla y le
traía insectos y conversaba con ella, y la rana siempre contestaba con un
croac.
Pasó el tiempo, y uno de los hijos de Lié calló enfermo. Lié
y su familia hicieron todo lo posible para conseguir curar al pequeño. No obstante
no encontraban cura alguna.
Gastaron todos sus ahorros, y vendieron todo lo que tenían
de valor, utilizándolo en buscar medicinas que pudieran acabar con el
sufrimiento del pequeño y devolverle la salud. Lamentablemente ninguno
funcionaba.
Cuando ya Lié se daba por vencido, encontró un eminente
médico, al que consiguió convencer para que fuera a visitar a su enfermo hijo.
El médico dijo que la enfermedad de su hijo tenia cura, pero que el remedio era
muy raro y caro.
Lié y su familia, pobres como estaban se encontraban
desesperados. Parecía que hubieran encontrado la solución a sus problemas, pero
no tenían los recursos, para solucionarlo. Lié se encontraba desesperado.
Lié en su desesperación como era habitual en él, fue a
desahogarse con el único ser que siempre le escuchaba, la rana de tres patas.
Esta como siempre cuando Lié termino su relato le contestó con un croac.
La rana, que era muy vieja, sabía que el charco ocultaba un
secreto. Oculto en él se encontraba un tesoro que hacía muchos lustros unos
bandoleros habían ocultado en él, mientras escapaban de las tropas del rey. Los
malhechores resultaron muertos y el tesoro abandonado en el fondo del charco.
Esa noche la luna brillaba en todo su esplendor, Lié, su
esposa y su otros hijos, resignados acompañaban a su hermano mientras este
agonizaba, ya que no tenían manera de hacerse con la medicina.
En ese momento, un fuerte croac se escuchó en la casa, ¡era
la vieja y enorme rana que traía en su hocico una moneda de oro!
Lié no se lo podía creer, cogió la moneda que le trajo su
amiga, y salió corriendo a comprar la medicina. A su vuelta, se la dio a beber
a su moribundo hijo, y este se alivió, parecía que la medicina había dado
resultado.
Desde entonces Lié y todos sus descendientes, veneraron a la
rana de tres patas. Esta cada luna nueva, les traía una moneda de oro en su
hocico, para que nunca les faltara de nada.
Los descendientes de Lié agradecidos, guardaron las monedas
en una vasija de la fortuna junto al resto de sus ahorros, y solo las
utilizaron en caso de necesidad.
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